Hace un tiempo nació una criatura en un hogar cercano a nuestra familia, todo parecía normal y sus padres se alegraban en la nueva experiencia.
Tal era la alegría por el crecimiento de su niño que descuidaron los controles semanales que su médico había indicado.
Al cabo de un tiempo comenzaron a ver signos que llamaron su atención y “corrieron” al médico en busca de explicaciones.
La noticia derrumbo a los padres, el niño padecía una enfermedad congénita que podría haberse detectado y corregido a tiempo en los controles que les habían indicado a los padres.
Un tiempo precioso y vital se había perdido.
Si esta situación es lamentable, imagine lo grave que es si algo parecido ocurre en medio de una iglesia donde muchas personas están buscando lo esencial para sus vidas.
La seriedad de un padre va más allá de ver a sus hijos crecer externamente bien.
La seriedad de un líder incluye conocer y trabajar sobre el siguiente principio: “Es más importante cómo una iglesia está creciendo que cuán rápidamente está creciendo.”
Iglesias que extrañan este principio están como un bebé recién nacido saludable con una enfermedad congénita que todavía no ha sido detectada.
Tarde o temprano sus padres tendrán que enfrentar la realidad del dolor, la enfermedad y quizás la muerte. (1)
Es verdad que una iglesia saludable es una iglesia creciente, pero no es cierto que una iglesia creciente es una iglesia saludable.
El trabajo con células nos enfrenta al desafío de velar por las raíces del trabajo.
Muchas veces el crecimiento externo(números) que producen las células encandila a los líderes y nos lleva a abrir células indiscriminadamente.
Nuestra caja de herramientas se debe ir llenado de aquellas que sean útiles para realizar los controles necesarios que nos demuestren que el crecimiento externo se corresponde con la salud interna.
Es bueno intentar alcanzar el equilibrio hasta llegar a ser iglesias “que crecen” (Romper la inercia de años y años siendo los mismos) pero que también ver que ese crecimiento está acompañado de señales que indican que es un organismo saludable.
Lo invito a mirar cómo crece el ser humano y sacar algunas conclusiones simples que nos servirán para comprender el trabajo con células:
Lección 1: El crecimiento es lento.
Si usted quiere mucha gente de golpe en su iglesia, haga un recital.
Si quiere ver crecimiento lento pero seguro comience a planear su trabajo para los próximos 5 años guiando a sus iglesias a funcionar en células.
Lección 2: El crecimiento es natural.
Así como las personas crecen sin que se lo propongan, las cosas creadas por Dios (la iglesia) también crece naturalmente a menos que se enfrente a condiciones muy adversas.
El sólo hecho de enfocar a un grupo de miembros de una iglesia en las actitudes normales de un cristiano (vida devocional, predicar, discipular, edificación mutua, actividad propia de cada uno, vida de cuerpo) lleva a la iglesia a crecer.
Lección 3: El crecimiento es producto de lo que hacemos a diario.
Un médico nutricionista nos podría ampliar el hecho de que lo eventual aporta poco y nada a nuestro crecimiento.
El crecimiento de la Iglesia viene en la medida que un grupo de sus miembros se involucren en vivir los valores cristianos semanalmente (vida devocional, predicar, discipular, edificación mutua, actividad propia de cada uno, vida de cuerpo) y no ocasionalmente.
Cualquier médico nos podría mostrar que es tan malo crecer rápido exteriormente y no controlar la salud interna, como controlar acertadamente la salud interna pero no ver crecimiento exterior.
El equilibrio sería:
1) Lograr que nuestras iglesias puedan ingresar en un ritmo de crecimiento constante acorde a la cantidad y calidad de sus miembros.
2) Que la iglesia cuente con formas de determinar la salud interna. (O sea la aplicación práctica de los valores cristianos)
La tarea primaria para asegurar el crecimiento que nosotros utilizamos es la siguiente:
Cada domingo los líderes de célula nos juntamos y corroboramos que cada uno está saliendo a discipular y predicar personalmente.
El simple hecho de verificar en el grupo de líderes la aplicación semanal de los valores y que ellos a su vez lo verifiquen en sus grupos genera responsabilidad y asegura la continuidad del crecimiento.
Esta continuidad en la práctica de los dos mandatos de Jesús (predicar y discipular) ha generado un ritmo de crecimiento regular (10 personas nuevas ingresan como miembros cada tres meses), ya llevamos 6 trimestres en este ritmo y vemos el lento pero firme crecimiento que Dios está dando.
Mientras nosotros nos estamos desafiando a aumentar el ritmo de crecimiento por trimestre (ya que somos más personas) me animo a desafiarlo a que en oración busque cual es el ritmo de crecimiento que Dios desea para su iglesia, empiece a creer que Dios puede hacerlo y ponga manos a la obra para alcanzarlo.
Este sentir de perseverancia en un proceso lento pero seguro se encuentra en las palabras del apóstol Pablo cuando dijo ” no nos cansemos…porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos, si no nos desenfocamos en tareas triviales, si no nos desviamos en eventos que no generan crecimiento, si no reemplazamos la práctica de mandamientos bíblicos básicos (predicar y discipular) por actividades que nos gustan más (agregado)” (Gálatas 6.9)
Es tiempo de crecer.
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