Repasemos la primera parte de este escrito: Existen por lo menos 3 movimientos reales en la vida de una Iglesia que se dirige seriamente a funcionar como una Iglesia de Células:
1º) Movimiento de actitud: De “Creer Valores” a “Practicar Valores”.
2º) Movimiento de escenario. De “Funcionar en un edificio” a “Funcionar en los hogares”
3º) Movimiento de Enfoque. De “Trabajar con programas” a “Trabajar con Personas”
En este número nos concentramos en el segundo ellos: 2º) Movimiento de escenario.
De “Funcionar en un edificio” a “Funcionar en los hogares”
El regreso de la Iglesia (grupo de personas) a funcionar en los hogares puede ser visto desde tres aspectos diferentes.
El primer aspecto está relacionado con lo geográfico o físico.
El Hogar como sitio donde volvemos a enfocar el ministerio, el lugar natural donde estamos, actuamos y vivimos nuestra fe con todas las acciones que esta implica.
El señor Jesús nos dejó su ejemplo al enseñar, hacer milagros, sanar, ofrecer perdón, predicar, comer, bendecir, tener comunión con sus discípulos y celebrar la Cena del Señor en los hogares.
La primera iglesia (de tanto ver a Jesús) de modo natural actúa en el mismo territorio, orando, perseverando en la doctrina, predicando, visitando, enseñando, etc. en los hogares.
Finalmente, el apóstol Pablo continua en Hechos y sus cartas mostrando que el también llevo a cabo la mayor parte de su ministerio en los hogares.
Jesús, la primera Iglesia y Pablo nos dan precisa evidencia de que el hogar fue el lugar utilizado por ellos para que la iglesia desarrolle su ministerio de una manera informal, personal, natural y participativa.
El segundo aspecto está relacionado con el sentido o significado del hogar como lugar donde vivimos las distintas acciones que involucran a la iglesia.
El hogar es el lugar donde vive una familia, será imposible generar en un hogar el sentido de la reunión organizada de una institución, en el hogar se respira el clima familiar, el nivel de relajación que se logra en un hogar no puede ser comparado con la actitud defensiva de una persona que ingresa a un edificio por primera vez.
El hogar incluye la informalidad, lo común, lo diario, el imprevisto, la cercanía, el hombro con hombro y muchos aspectos más que contribuyen a que las personas disfruten de otro sentir.
Abrir nuestro hogar o ir hacia el hogar de una persona incluye de parte nuestra o de la otra persona una apertura de nosotros mismos que se percibe, que nos une y nos libera.
Cuando uno traspasa la puerta de un hogar se le está permitiendo el ingreso a la vida misma de una familia, cuando el otro ingresa en nuestro hogar él sabe que nos estamos abriendo hacia el incluyendo nuestra vida.
Para ninguno de nosotros y para los no-cristianos especialmente, es muy diferente que le abramos la puerta de un edificio a que le abramos la puerta de nuestro hogar.
Transmitir nuestros valores y ser iglesia desde el calor familiar de nuestros hogares impacta desde el momento de la apertura hasta el momento de la despedida.
Pocas personas pueden mantenerse frías ante alguien que le abre sus puertas de par en par y comparten la intimidad de su otra persona a fin de serles de ayuda.
El Tercer aspecto está relacionado con nuestra responsabilidad de IR, si miramos la actitud de Jesús en sus días aquí en la tierra vemos que él era de “IR” hacia las personas, cuando él se va y nos deja sus dos mandatos más claros, “Predicad (Marcos 16.15) y “Hacer discípulos” (Mateo 28-.18-20), él se encarga de colocar adelante de cada uno de ellos la palabrita “ID”.
Esas dos pequeñas letras matan la actitud actual de muchos de nosotros… Jesús estaba poniéndole remedio a la pasividad de su Iglesia.
Cuando nace la primera iglesia ellos también dicen que “predicaban y enseñaban (Hechos 5.42) no solo en templo (lo que igual implicaba IR porque ese no era su templo) sino también en las casas.
Aquella era una iglesia movilizada por toda la ciudad, en un “IR” continuo y diario.
Pablo mismo adopta esta actitud de “IR” constantemente a los hogares como forma natural de extender su ministerio.
Los hogares son la posibilidad de la iglesia de terminar con el “VENGAN A NUESTRO EDIFICIO” y poner en práctica el “IR” hacia las personas.
En nuestra experiencia todos los aspectos (Adoración, evangelismo, discipulado, consejería, enseñanza, oración, cena del Señor, etc.) de la iglesia se viven de manera mucho más rica en el contexto del Hogar que en el de un edificio.
Ganamos en participación, informalidad, contacto personal y confianza.
A todo esto, le sumamos que estamos siendo “luz” ahí donde es necesaria, en medio de las personas de nuestro barrio, sin darnos cuenta extendemos el evangelio a otros barrios y entramos en el concepto de Misión global que Jesús nos dejó en Hechos 1.8. (Nuestro barrio, los de al lado, los más alejados y hasta lo último”.
Si usted ya cuenta en su Iglesia con un grupo pequeño de personas que ha dado el primer paso y se ha movido de “Creer Valores” a “Vivir valores”, ahora anímese y de el segundo paso: Coloque frente a ellos el desafío de “dejar de hacer todo lo que hacen en el edificio” y se muevan a realizarlo en los hogares.
Sólo haciéndolo usted conocerá la diferencia.
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