Mi mente voló hasta el instante en el que mi señora y mis hijas verían aquella torta terminada, el momento de recibir los elogios de parte de ellas fue dándole vértigo a la preparación sin que yo me diera cuenta.
Buscando con apuro el momento deseado puse el horno más fuerte. Yo no podía esperar una hora a fuego lento. En cuanto mi vista dio el OK, la cubrí de chocolate y otras delicias y la mandé a enfriar para que esté a punto.
Cuando el momento llego y toda mi expectativa se estaba por cumplir, una de mis hijas (sincera como siempre) dijo: “Esto esta crudo”.
Todos tenemos una tremenda inclinación a “hacer las cosas lo más rápido posible”, y a creer que “las cosas avanzan por lo que nuestros ojos ven”.
Todos nos hemos enfrenado a la realidad de que “hacer las cosas rápido nos ha traído muchos problemas” y que la mayoría de las veces “las cosas no han avanzado de acuerdo a lo que la vista nos marcaba”.
Uno de los principales errores al iniciar células es dejar de lado este consejo que da el Pastor Dan Smith “No comience células hasta estar seguro que el 50% de sus miembros a cambiado sus valores”
¿Significa esto que no podemos empezar?
Todo lo contrario, esto significa que lo podemos hacer, pero que no debemos apurarnos por poner lo externo (reuniones de células, carteles de células, anuncios de células) sobre la mesa si no estamos seguros que el centro esta cocinado, es decir que los valores correspondientes han sido incorporados por un grupo de miembros.
EL CENTRO DE LAS CELULAS ES LA INCORPORACION DE LOS DOS VALORES PRIMARIOS (AMAR A DIOS Y A LAS PERSONAS) EN LA VIDA DE LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA.
En 1998 me acerqué a Joel Comiskey y le pregunté cuál era su consejo para un pastor laico joven como yo que quería comenzar una Iglesia Celular y él me dijo: “Dedica un año entero a hablar sobre los valores”.
Para mí fue una bofetada, yo quería abrir células ya, yo creía que lo importante era empezar las reuniones y listo.
Después de todo “Dios es poderoso”, “está por sobre todas las cosas”, “obra a pesar de nosotros” y no sé cuantas frases más que en realidad escondían mi falta de seriedad y planificación.
Hoy hemos aprendido que “Dios es poderoso”, “está por sobre todas las cosas” y “obra a pesar de nosotros” pero que le agrada que trabajemos con paciencia y no nos apuremos “por estar a la moda” o buscar logros tipo “café instantáneo”.
Siempre voy a estar agradecido a Joel por su honestidad, porque me dijo lo que no quería escuchar, pero hoy veo los resultados de haber dedicado un año entero a transmitir los valores.
Hablar sobre los valores en relación a la Iglesia significa transmitir la simple enseñanza de que amar a Dios (Guardar sus mandamientos) y amar a las personas implica acciones simples y concretas.
Jesús aclara en Juan 14.15 y amplia en 14.21 y 23 que amar a Dios no pasa solamente por nuestros sentimientos. La mayoría de los miembros de su Iglesia le dirán “Pastor: Yo amo a Dios y a las personas” (Muchos se refieren a lo que sienten) Pero Jesús dice que los que le aman “obedecen lo que Él manda hacer” (Acciones) y que el verdadero amor se muestra en lo que hacemos por Dios y por las personas.
¿Qué cosas Dios nos manda?
Haga una lista de acciones.
¿Qué cosas Dios espera que hagamos por las personas?
Haga otra lista de acciones.
Ahora mire si esas acciones están incluidas en su vida y en la vida de sus miembros.
Predique un año sobre esas acciones y mire los resultados, pregunte, haga una encuesta, tome un mate con el miembro y descubra sus acciones. Una y otra vez muestre a través de la Biblia como los personajes vivían estos valores de amar a Dios y a las personas a través de las acciones y desafié a su gente a ponerlos en práctica.
Cuando usted vea que la mitad de sus miembros han cambiado sus acciones es porque han modificado sus valores:
Antes no tenían vida devocional y ahora la tienen diariamente.
Antes no salían de sus casas para visitar y ahora lo hacen regularmente.
Antes no enseñaban de la Biblia a nadie y ahora lo hacen cada semana.
Antes no presentaban el evangelio a nadie y ahora lo practican de lunes a sábado.
Antes no realizaban ningún acto de servicio y ahora lo practican a diario.
Cuando usted tiene un grupo de gente que vive (sus acciones) los valores que Jesús nos enseñó semanalmente usted está listo para abrir células.
La razón de esto es que ese grupo funcionará de motor para el resto del grupo y guiará en un proceso lento pero seguro a otras personas a incorporar los mismos valores.
El primer paso para llevar a una iglesia a funcionar en células es transmitir y guiar a la Iglesia a vivir a diario los valores que Jesús no mandó.
Leer la Biblia (Mateo 4.4), Orar (Mateo 6.6), Hacer discípulos (Mateo 28.18-20) , Predicar el evangelio (Marcos 16.15), etc.)
El segundo paso es tener una manera simple de evaluar si esos valores se practican.
Usted puede tener maneras informales de evaluar (charlar con los miembros) o formales cada persona que practica un valor hacia otra persona (Visita, hace discipulado o testifica) lo informa semanalmente a través de un papel que deposita en un buzón). Nosotros utilizamos ambos métodos para descubrir las personas que serán tenidas en cuenta para el ministerio de células.
Si usted ha dado los dos primeros pasos y ya ve un grupo de personas que responden a vivir de esta manera, usted puede ir pensando en la etapa de reunir esas personas y prepararlas para iniciar células ya que estas personas tienen el elemento esencial:
Viven los valores de Jesús cada semana y solo el que los vive los puede transmitir.
Mientras tanto ponga su corazón y paciencia en esta primera etapa, no vaya a ser que le pase lo que a mí con la torta y al poner lo preparado sobre la mesa, alguien se sincere diciendo: “Esto está crudo”.
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