¿Soñó alguna vez con ver la iglesia duplicada?, puede parecer un sueño exagerado, pero quiero contarle como la experiencia nos enseñó que Dios puede hacerlo posible si estamos dispuestos a colocar sus enseñanzas y actitudes entre nuestras prioridades.
Desde el año 1999 nosotros hemos visto como Dios duplicó la membresía durante 5 años seguimos.
El pensamiento que nos lleva a colocar la meta de duplicarnos cada año es que no podemos creer que un miembro de la iglesia de Cristo no pueda (con todo el potencial que Jesús le ofrece) reproducir su vida en otra persona a largo de 365 días que tiene por delante.
Dicho de otra manera: Iniciamos cada año confiando que cada miembro ha recibido de Dios todos los elementos (tiempo, fuerza, habilidades, conocimientos, regalos espirituales, etc.) como para compartir el evangelio, discipular a otra persona e integrarla al pueblo de Dios.
Mirándolo de una óptica que a unos hará reír y a otros llorar, un cristiano serio tiene que estar demasiado desenfocado, con sus prioridades bastante descolocadas, con su amor tremendamente apagado, su tiempo pobremente administrado y su responsabilidad inmensamente dormida para que después de un año no pueda traer como fruto de su trabajo UNA PERSONA ganada, enseñada y afirmada en Jesús.
Duplicarnos enfrenta a cada miembro con su propia responsabilidad en el trabajo anual de la iglesia.
La meta de duplicarnos (Cada uno es responsable de ganar, discipular e integrar a una persona) permite enfocar a los miembros en lo más importante: las personas perdidas. Enumero aquí algunas razones que sostienen este desafío constante de duplicarnos:
Trabajamos para duplicarnos porque…
Lo natural es que cada cristiano de como fruto otro cristiano: Jesús muestra en Juan 17.9-10 que su ministerio era reproducirse en personas y en Juan 15.16 aclara a sus discípulos que la elección de ellos tenía el propósito específico de que ellos continuaran el modelo colocado ante sus ojos por El mismo.
Cada cristiano tiene en el prójimo todas las posibilidades de ser cristiano: Es interesante notar en los pasajes de Juan 13.34-35 y Mateo 25.34-35 que es en la acción directa a las personas donde podemos alcanzar el propósito de Jesús. ¿Están la mayoría de nuestras horas utilizadas en acciones directas hacia las personas? Es bueno destacar que muchos programas y reuniones no pueden reemplazar al acercamiento personal al prójimo.
Porque Dios ha demostrado que puede hacerlo: Dios ha demostrado a lo largo de la historia desde 1ra Corintios 3.6 hasta hoy que está dispuesto a dar crecimiento en calidad y cantidad a su iglesia. Si Dios ha dado crecimiento constante en muchas ocasiones significa que el lado de la obra a pulir es la parte que nos corresponde a nosotros.
Una vez que una iglesia vive la primera experiencia de duplicarse descubre cuales son los caminos correctos para llegar al objetivo. Esto abre los ojos de la iglesia a la realidad de que esa experiencia puede repetirse una y otra vez. Solo es cuestión de mantener el enfoque.
Porque nos obliga a trabajar: La mejor manera de avanzar es colocar metas delante nuestro. Como Pablo lo indica en 2da Timoteo 2.6 el fruto vendrá como resultado del trabajo.
La meta de duplicarnos compromete a cada miembro al trabajo personal y semanal, nadie puede mirar al costado y si lo hace será su responsabilidad delante de Dios.
Porque sólo fracasa quien no lo intenta: El único que no alcanzo lo que el dueño esperaba en la parábola de Mateo 25.25 fue aquel que no lo intento debido a su temor. No es que él no era capaz, es que el no entendió que el dueño le había dado todo como para que él lo logre.
¿Ha pensado alguna vez que quiere Dios lograr este año en su iglesia?
¿Se ha animado alguna vez a pensar que todo lo que su iglesia tiene y se les fue entregado por el dueño para que lo dupliquen para El? Vale la pena intentarlo, Dios lo sorprenderá.
Porque desafía nuestra Fe: Nosotros necesitamos fe para mantenernos donde estamos como iglesia, pero hebreos 11.1 nos muestra que la fe va más allá de lo que está a la vista.
La fe es la convicción de algo que se espera, especialmente como lo muestra hebreos 11 de “Hechos concretos”, es hora de que aparte de creer en Jesús nosotros como líderes empecemos a desafiar nuestra fé con hechos concretos por los cuales trabajemos con todo nuestro esfuerzo y esperemos con toda nuestra confianza puesta en Dios.
No olvidemos que Jesús nos sigue repitiendo a cada uno de nosotros la pregunta de Juan 11.40.
Conclusión: Pensar en guiar una iglesia a duplicarse no es fácil, en nuestro caso la iglesia traía años con la misma cantidad de miembros, pero cuando vimos por primera vez el grupo duplicado (20 a 40), todo cambió, sabíamos que era posible e iniciamos un segundo desafío, aquí aprendimos una lección importante ya que nos llevó dos años alcanzar el objetivo, Dios nos estaba enseñando a perseverar en la dirección correcto aun cuando los logros no llegaban en el tiempo que lo esperábamos.
Aprendimos por experiencia propia Gálatas 6.9 con todo lo que significa “no cansarse” (cuando no se ven los frutos), “seguir haciendo el bien” (aun cuando las circunstancias nos aprietan) y “esperar su tiempo “sin desmayar.
Ese año nos dejó ricas experiencias de madurez en nosotros, al ver la segunda experiencia de duplicación a mediados del año (40 a 80), nos dimos cuenta que estábamos a un paso de alcanzar los 100 miembros (meta que nuestra iglesia no había alcanzado en sus 40 años de vida) y colocamos ese objetivo para fin de año, la fe creció a tal punto que decidimos tener bautismos cada tres meses (antes teníamos bautismos una vez al año) y desafiarnos a que cada tres meses traeríamos lo cosechado en el trabajo individual y con las células.
A partir de ese paso de fe Dios bendijo con el ingreso de más de 10 miembros en cada trimestre.
Dios bendijo a ese grupo de personas porque vimos algo que nunca otros vieron en 40 años.
Hoy en día en otra nueva iglesia el desafío es el mismo: DUPLICARNOS
¿Porque estoy contando todo esto?
Porque es necesario poner sobre la mesa de nuestras iglesias el desafío de crecer. Es hora de animarnos a hablar a nuestros miembros de “hechos concretos” que queremos alcanzar por fe.
Esperar los medios necesarios, las motivaciones ideales y los momentos correctos pueden ser una de las mejores maneras de no hacerlo nunca.
Es mejor intentar y fracasar, que nunca intentar, porque no intentarlo es falta de fe. ¿Se acuerda del dicho de Carey que todos nombran?
“Espera grandes cosas de Dios, intenta grandes cosas para Dios”
Bueno, es hora de dejar de admirar tanto el dicho y empezar a ponerlo en práctica.
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